El condado de Haiyuan es una de las zonas más pobres de China. La mayoría de la población es rural y pertenece a una etnia musulmana llamada Hui. Tradicionalmente, en esta comunidad el estatus social de las mujeres es bajo. Mientras los hombres migran a las ciudades para trabajar, ellas permanecen en el pueblo, pues son las que deben cuidar de la familia y realizar las tareas domésticas.
Estas mujeres rurales se encuentran entre los grupos más vulnerables de la sociedad, con menor acceso a recursos, opciones de subsistencia y educación. Sin embargo, son ellas las que se encargan de conservar y transmitir las tradiciones de los Hui. El ejemplo más llamativo es el bordado Hui, una actividad exclusivamente femenina que se ha transmitido de madre a hija durante siglos. Se considera un símbolo de la inteligencia y del trabajo duro de las mujeres, y las practicantes más hábiles reciben un gran respeto y admiración.
Al principio, las mujeres de pueblos cercanos se juntaban en pequeñas cooperativas para trabajar juntas bordando prendas a las que daban un uso exclusivamente familiar. En 2015, el gobierno del condado creó el Centro de Incubación del Patrimonio Cultural Inmaterial (ICHIC) con el fin de apoyar la expresión cultural local. Este centro, no solo ofreció a las cooperativas de mujeres un espacio de trabajo y materiales, sino que empezó a promover el uso turístico de esta tradición, ya que los artículos se podían vender como souvenirs.
El bordado se convirtió en uno de los principales atractivos turísticos del Condado de Haiyuan y la demanda de productos se amplió drásticamente. Las cooperativas empezaron a reclutar mujeres rurales a través de campañas de captación y, a finales de 2018, ya habían conseguido más de 3000 nuevas incorporaciones. Esta iniciativa fue apoyada económicamente por el gobierno local como una estrategia para reducir la pobreza.
Un estudio publicado en 2020 se propuso evaluar por medio de entrevistas el impacto real que el turismo estaba teniendo en el empoderamiento de las mujeres Hui, ya que no siempre este sector impacta positivamente en la vida de la gente local. Existen casos en los que el turismo supone una doble carga para las mujeres, pues se espera que trabajen duro tanto fuera de casa como en el entorno familiar sin que les llegue a penas remuneración económica.
Aunque hay poco consenso sobre la definición de empoderamiento, está ampliamente aceptado que para lograrlo es necesario que las mujeres tengan autodeterminación, acceso a recursos y libertad para tomar sus propias decisiones. Por tanto, el empoderamiento abarca ámbitos muy diversos, como el nivel económico, el prestigio social o la educación.
Todas las mujeres entrevistadas reconocieron que gracias a la cooperativa sus condiciones económicas eran mejores:
“Estoy feliz de tener un ingreso y no necesito pedirle dinero a mi esposo. Ahora puedo comprarme ropa o zapatos sin pedir permiso a mi marido.”
También coincidieron en la importancia de fomentar que sus hijos tuvieran una educación superior, por lo que esta iniciativa tendrá impactos positivos muy positivos en la educación de la próxima generación:
“La educación es muy importante. Mi hija ahora está en la escuela secundaria y su estudio es bueno. Le dije que debería estudiar mucho e ir a la universidad. Yo apoyaré su educación económicamente.”
A pesar de que el estatus de los hombres en la familia sigue siendo superior, la competencia económica de las mujeres les brinda un mayor reconocimiento social y libertad a nivel familiar:
“Cuando compartí mis trabajos de bordado con mi hija, quedó muy impresionada y me dijo: “¡Mamá, eres tan talentosa! ¿Puedes enseñarme a bordar? ¡Me siento muy feliz y orgullosa de escuchar eso!”
“De vez en cuando, hay diferentes tipos de visitantes y reporteros que vienen a nuestro espacio de trabajo para vernos bordar. Toman muchas fotos y hablan muy bien de nuestros trabajos de bordado. Es un buen reconocimiento para nosotras.”
La igualdad de género y el empoderamiento de la mujer están incluidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Aunque se ha avanzado mucho, la exclusión social y empobrecimiento de este grupo sigue siendo particularmente notorio en los países en vías de desarrollo. Cuando un turista compra artesanía tradicional fabricada por un grupo de mujeres, no solo adquiere un producto auténtico de gran valor cultural, sino que también contribuye al desarrollo sostenible de la región.