Tara Winkler tenía tan solo diecinueve años cuando hizo una maleta y se fue de su casa en Australia para viajar por el sureste asiático. Cuando llegó a Camboya, la pobreza con la que se encontró le conmovió y decidió hacer algo al respecto. Empezó a visitar distintos orfanatos y a comprarles a los niños ropa y material escolar. Ella creía que estaba ayudando, pero con el tiempo descubrió que nada más lejos de la realidad.Uno de los orfanatos que visitó era especialmente pobre. Tara se dio cuenta de que la ayuda que ella podía prestar en ese momento no era suficiente. Necesitaban comida, educación y medicamentos. Así que les prometió a los niños que se iría a Australia, buscaría financiación y volvería para ayudarles.
Un trabajador del orfanato llamado Jedtha Pon, explica en una entrevista lo que pensó cuando Tara les hizo esa promesa:
“Creí que nunca la volvería a ver. Estaba acostumbrado a conocer extranjeros que te prometen eso, pero nunca vuelven.”
Sin embargo, Tara sí que volvió y se quedó en el orfanato varios meses. Enseñaba a los niños inglés, les compraba comida, filtros para el agua y todo lo que pudiesen necesitar. Al pasar tanto tiempo en el orfanato acabó descubriendo algo terrible: esa institución tenía mucha corrupción, el dinero no llegaba a los niños y el director era un abusador sexual.
Tara se fue a hablar con las autoridades locales y les convenció de que le apoyaran para salvar a esos niños. El rescate fue un éxito y en 2007 Tara y Jedtha crearon su propio orfanato al que llamaron “Cambodian Children’s Trust” (CCT).La noticia no tardó en hacerse eco en los medios australianos. La narrativa solía ser siempre la misma. Se referían a Tara como la gran heroína blanca que había llegado a ese pobre país y había salvado la vida de 14 niños. Pero, de nuevo, el tiempo enseñó a Tara que esa no era la solución.
Tara acabó aprendiendo la lengua local y eso le permitió comunicarse con los niños. Así descubrió que estos no eran realmente huérfanos, todos tenían padres o familiares vivos. Entonces, ¿por qué estaban allí? ¿Por qué su familia no se hacía cargo de ellos?
Entre 2005 y 2015, el número de orfanatos en Camboya aumentó más de un 60%. La mayoría de este crecimiento se debe al llamado “turismo de orfanatos”, como el que Tara hacía la primera voz que fue al país. El turista llega, pasa un tiempo con los niños, deja su dinero en el orfanato y se va sintiendo que ha hecho una buena labor. Muchos orfanatos son en realidad negocios turísticos que se aprovechan de las familias más vulnerables que no pueden hacerse cargo de sus hijos.
Ninguna institución, por muy bien que esté, puede ofrecer a los niños el amor que necesitan de una familia. Por eso, Tara se dio cuenta de que había cometido un gran error y transformó su orfanato en una ONG que contribuyese al empoderamiento de las familias. Comenzó a trabajar con las comunidades para solventar los problemas sociales y evitar que los niños tengan que dejar sus familias.Actualmente, las actividades del CCT están gestionadas al 100% por gente local, una transformación bastante radical desde sus comienzos, basados en el ímpetu humanitario de una joven australiana. Una de ellas es Sinet Chan, una de las 14 niñas que fueron rescatadas por Tara. Ahora es directora del consejo del CCT y tiene claro cómo quieren trabajar:
“Vivía como una reina, porque el CCT era lo mejor; teníamos tutores, pintura, baile, música, vacaciones. Pero era poca la gente que recibía ese apoyo. Ahora los recursos van a diferentes casas, diferentes pueblos, diferentes comunidades. No creo que sea bueno empoderar a una persona como yo o a otros niños, sino que todo el apoyo de los donantes debe ir a toda la familia. Creo que es un planteamiento estupendo, porque sabemos que criar a un niño en un orfanato es más caro que hacerlo en la familia.”Para los académicos que han estudiado la historia de Tara, esta es un ejemplo del que podemos sacar valiosas lecciones. El deseo de hacer el bien no basta para favorecer el desarrollo sostenible, es esencial adoptar enfoques que fomenten el empoderamiento de las comunidades y que respeten la soberanía local.
El nuevo modelo del CCT ha resultado ser tan efectivo, que ha sido adoptado por UNICEF Camboya y el gobierno de Camboya como una solución nacional para que los niños nunca tengan que dejar a sus familias.