Año tras año, la deforestación aumenta en el Amazonas como si fuera un malvado gigante imparable. La situación es tan grave que invita al pesimismo pero, a veces, aparecen pequeños héroes que hacen rebrotar la esperanza. Aunque en las películas llevan capa y vuelan por el cielo, en la vida real suelen ser más discretos. Quizás, si tienes suerte, puedas ver sus colas peludas colgando de las copas de los árboles. No son simples monos, se han convertido en un símbolo, y eso les da unos poderes lo suficientemente poderosos como para derrotar al temeroso gigante.
Esta es la historia del luchachi rojizo (Plecturocebus olallae) y el lucachi cenizo (Plecturocebus modestus), dos pequeños titíes endémicos de Bolivia, que están ayudando a frenar la deforestación al suroeste del departamento del Beni.
Podría decirse que todo comenzó en 1939, cuando los lucachis fueron descritos por primera vez, pero no sería cierto. Durante 60 años, estas especies permanecieron en la sombra, mientras sus hábitats eran destruidos y sus poblaciones empujadas al borde de la extinción.
Por tanto, nuestra historia comenzó en 2002, cuando La Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (más conocida como WCS, por sus siglas en inglés), redescubrió a los lucachis e inició su investigación. Durante veinte años, científicos como Jesús Martínez han estado aportando datos sobre su distribución, abundancia, diversidad genética, ecología, comportamiento y estado de conservación.
El estado de conservación de los monos lucachis y la consecuente creación de dos Áreas Protegidas Municipales
Los resultados de las investigaciones fueron un tanto preocupantes. Actualmente, el lucachi rojizo está categorizado por la IUCN como En Peligro Crítico, pues su escasa población de 3.000 individuos sólo vive en las riberas de la parte alta del río Yacuma. Por tanto, también se encuentra incluido en la lista de los 25 primates más amenazados del mundo. La situación del lucachi cenizo no es tan crítica, pues su distribución es más amplia y se estima que su población es de 20.000 individuos. Aun así, está categorizada como En Peligro y su diversidad genética es, curiosamente, inferior a la del lacuchi rojizo.
Según explica Mario González Osto, Director Ejecutivo de la Asociación Boliviana de Conservación, “Su escaso rango de distribución y pequeñas poblaciones explica las categorías de amenaza en la que ambas especies se encuentran, ya que se enfrentan a riesgos considerables de pérdida de hábitat en una zona donde ya existen niveles importantes de fragmentación de bosque de origen natural”.
Los hábitats de los lucachis no se encontraban bajo ningún tipo de protección, pero su preocupante estado de conservación se utilizó como justificación para poner remedio a esta situación. En 2007 el municipio Santa Rosa del Yacuma creó el Área Protegida Municipal (APM) de Pampas del Yacuma y, un año después, el municipio Reyes creó el APM de Los Santos Reyes. Además, esta última APM se refundó en 2019 con el nombre de Rhukanrhuka, que significa mono lucachi en la lengua del pueblo indígena maropa.
Esta refundación conllevó una ampliación de más de 350.000 hectáreas y consiguió que casi un 50% de su extensión adquiriese la categoría de Parque, que es una figura de mayor protección. “Además, y esto es muy importante, desde 2018 se viene promoviendo un apoyo constante para la gestión efectiva de estas áreas protegidas, fortaleciendo sus instrumentos y capacidades de gestión, además de apoyo a iniciativas de desarrollo sostenible e investigación”, cuenta González.
A su vez, las actividades de divulgación y concienciación que se han hecho para llevar el conocimiento de los lucachis a la población local han sido magníficas. Como resultado, los locales conocen, valoran y cuidan a estos monitos, que también son parte del logotipo de las APM.
El ecoturismo sostenible como estrategia de conservación
Esta región es uno de los principales destinos de ecoturismo en la Amazonía de Bolivia. Ambas APM forman parte del Destino Turístico Rurrenabaque: Madidi-Pampas, que recientemente obtuvo la certificación Biosphere como destino comprometido con la sostenibilidad turística. Además, en 2022 fue reconocido como uno de los Top 100 destinos verdes del mundo.
“En general, el perfil del visitante es alguien interesado en conocer la diversidad natural de la Amazonia. Las actividades se centran en la observación de fauna, con paseos por el río y su entorno, tanto diurnos como nocturnos. El alojamiento se hace en albergues, construidos con materiales naturales y las empresas turísticas son todas comunitarias o familiares. Por otro lado, prácticamente todos los suministros para la actividad son productos locales, por lo que los beneficios y sus efectos multiplicadores quedan para la población local”, explica González.
Aunque aún no está operativa, actualmente el destino está trabajando para ofrecer la ruta de los lucachis. Las actividades se centrarán en la observación de ambas especies de monos endémicos, junto a otras especies del entorno y la convivencia con la comunidad.
Estos esfuerzos no son en vano. Todo el trabajo que se ha hecho por los monos lucachis está teniendo sus frutos, pues desde que se iniciaron las investigaciones, no se han detectado descensos en su población y se ha frenado la deforestación. De hecho, el lucachi rojizo ha ampliado su área de distribución. A veces, solo se necesita conocer un poco mejor a los héroes ocultos del Amazonas, para poder hacerle frente al gigante.