El origen de muchos problemas ambientales está en el ser humano. La forma en la que nos comportamos tiene un impacto directo en los ecosistemas. Por eso, dada la actual crisis climática a la que nos enfrentamos, es importante conocer y estudiar la mente humana si queremos propiciar las actitudes proambientales.
Esto es especialmente importante en el caso de los niños, ya que ellos serán los que gobiernen el planeta del futuro. Pero ¿Cómo estamos educando actualmente a nuestros hijos?
Las nuevas tecnologías han traído innumerables beneficios para los niños. Las tablets, los ordenadores e internet son recursos valiosos que pueden enriquecer su educación. Sin embargo, también conllevan alguna desventaja: los niños de hoy en día pasan menos tiempo al aire libre que las generaciones previas.
Esto es preocupante, pues la ciencia ha demostrado que el interés por el medio ambiente de los adultos se crea durante la infancia, principalmente debido a las experiencias con la naturaleza. Por eso, si quieres que tu hijo tenga conciencia ambiental, antes que apuntarle a un curso educativo o enseñarle vídeos de animales llenos de plásticos en YouTube, mándale a un buen campamento de verano en la naturaleza.
Esto es lo que descubrieron unos investigadores de la Universidad autónoma de Madrid y de la Universidad de Leiden. Recogieron datos en tres campamentos de verano diferentes: uno en la naturaleza con actividades de educación ambiental, otro en la naturaleza sin actividades de educación ambiental y otro en la ciudad sin actividades de educación ambiental.
Como es de esperar, a diferencia de los niños que fueron al campamento urbano, los que asistieron a los campamentos en la naturaleza aumentaron sus comportamientos ecológicos. Sin embargo, apenas hubo diferencias entre los niños de los dos campamentos en la naturaleza, lo que indica que las actividades de educación ambiental no son tan efectivas como el poder pasar tiempo divertido en un entorno natural.
Estos resultados van en línea con otras investigaciones que se han llevado a cabo al respecto. Un estudio preguntó a adultos ecologistas por sus motivos para comprometerse a proteger el medio ambiente y mencionaron principalmente dos razones: las experiencias positivas con la naturaleza durante la infancia y la influencia de otras personas. De hecho, otra investigación a largo plazo demostró que pasar tiempo al aire libre a los seis años hace que la gente tenga comportamientos favorables con el medio ambiente a los dieciocho.
Al final, por mucho que nos guste presumir de ser un animal racional, las emociones tienen un gran peso en todas las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida. El haber jugado de pequeños en un entorno natural hace que lo amemos y, por tanto, que lo queramos proteger. A su vez, experimentar de primera mano los bosques, ríos y montañas, provoca el desarrollo de un sentido de conexión hacia el entorno natural.
Además, la naturaleza también aporta otras ventajas a los niños: les hace más felices y, en general, mejores personas. Un estudio demostró que los niños que pueden disfrutar de un patio verde en la escuela sufren menos estrés y su bienestar psicológico en general es mejor. Muchas veces estos efectos se pueden observar de manera directa, pues estos niños con frecuencia son más positivos, tienen más energía y menos ira. A su vez, varios estudios han demostrado que después de pasar tiempo en la naturaleza los niños son más generosos y ayudan más a los demás, tanto a los conocidos como a los extraños.
No todos los niños pueden ir a un colegio con jardines o vivir cerca de la naturaleza, por eso, los especialistas proponen a los campamentos de verano como una buena alternativa:
Las experiencias son breves pero intensas. Durante varios días, los niños experimentan una inmersión total en la naturaleza. Además, en este tiempo juegan y se divierten con los amigos, por lo que asocian los bosques, ríos y montañas con emociones positivas. Por último, no falta la educación por parte de profesionales, y no solo en materias medioambientales, sino también de respeto al prójimo.
Al final, todas estas investigaciones solo evidencian con datos lo que ya sabemos la mayoría de las personas que nos hemos pasado la juventud yendo a campamentos en la naturaleza: un lugar donde juegas con tus amigos en las praderas, subes montañas y te bañas en ríos, no solo te hace crecer como persona, también te da los mejores momentos de tu infancia.