Para muchos Lanzarote es su isla de Canarias favorita, básicamente porque el paisaje que te vas a encontrar no es de este mundo.
Colinas negras como el basalto, planicies de roca salpicadas de algún liquen verduzco, palmeras solitarias en mitad de la planicie. Lanzarote es una isla que dicen que recuerda a la luna, si esta fuera negra.
Como contraste de tanta negrura, las casas son de un reluciente blanco encalado, donde tan solo rompen la monotonía de colores los marcos azules o verdes de puertas y ventanas, según sean casas en la costa o en el interior.
Este cuidado por la estética hace de Lanzarote una isla que entra por los ojos y se asienta por las experiencias que puedes vivir en ella.
En este artículo vas a encontrar las mejores experiencias sostenibles para hacer en esta isla, pionera en la protección del medio ambiente ante el asedio turístico, promovido por el artista local César Manrique (lo verás mencionado en más partes del artículo, pues ha definido en gran parte la actual Lanzarote).
Vamos allá.
1. Parque Nacional de Timanfaya
Si solo puedes visitar un lugar en Lanzarote, sin duda tiene que ser el Parque Nacional de Timanfaya. Las conocidas como montañas de fuego son una zona que está intacta desde el siglo XVIII, año en el que hubo una gran erupción volcánica que creó el paisaje actual.
Conocemos todos los detalles de aquel suceso gracias a Don Andrés Lorenzo, el cura del pueblo de Yaiza, que escribió en su diario, con gran detalle, todo lo que ocurría en las montañas al lado de su pueblo. Un fenómeno muy similar al ocurrido en 2021 en la isla de La Palma, aunque a una mayor escala.
El resultado de aquel fenómeno geológico es el paisaje que vemos ahora, apenas modificado por la mano del humano.
La visita al Parque Nacional de Timanfaya empieza en el centro de visitantes, donde un autobús te conduce por todo el paisaje. Nadie puede acceder por su cuenta al Parque Nacional de Timanfaya, aunque hay un par de rutas que se hacen en las lindes del parque a las que puedes apuntarte para recorrerlas con un guía.
Estas sendas te permiten ver el paisaje a tu ritmo, sentirlo de cerca sin que la fría ventana del autobús se interponga, además de tener a tu disposición al guía para contestar a todas tus preguntas. Y, por si fuera poco, es gratis. Lo único es que hay muy pocas plazas, así que tienes que reservar la tuya lo antes posible desde la página web oficial.
Como colofón a la visita a las montañas de Timanfaya, que mejor que una buena comida. En el centro de visitantes tienen la cocina más ecológica del mundo, pues asan los pollos con el propio calor de la tierra. Alucinante ver la parrilla, y delicioso probar el sabroso resultado.
2. Jardín de Cactus
De todos los monumentos visitables en Lanzarote, como los Jameos del Agua o la cueva de los Verdes, el Jardín de Cactus sigue impresionando a los locales y a los visitantes por su gran diversidad.
Es sorprendente ver tantas especies tan diferentes de cactus en un mismo lugar, sobre todo teniendo en cuenta que los cactus crecen en las zonas más áridas del planeta, donde es difícil conseguir agua y el calor es abrasador. Aun así, la vida se abre paso de mil y una formas diferentes, como refleja éste pequeño jardín botánico creado con mucho mimo por César Manrique.
Una visita muy interesante, aunque no seas un apasionado de la botánica.
3. Mirador del Río
Los miradores son de los mejores lugares a visitar. Poder ver un lugar desde las alturas, o tener una gran vista frente a tus ojos en la que divisar kilómetros a la redonda es de las sensaciones que más llenan al viajero. La de historias que habrán ocurrido en ese lugar, la de atardeceres que puede uno admirar.
De todos los miradores de Lanzarote, y eso que hay unos cuantos sorprendentes, como el del Bosquecillo, sobre la playa de Famara, el más espectacular es el de Mirador del Río, donde se divisa toda la isla de la Graciosa y la escarpada costa norte de Lanzarote.
El edificio del mirador es bonito, como todo lo diseñado por César Manrique, aunque si no quieres entrar en él, caminar por el sendero que parte del mirador te ofrece las mismas vistas sin necesidad de pasar por taquilla. Eso sí, abrígate bien porque aquí el viento pega muy fuerte.
4. Conocer la isla de la Graciosa en bicicleta
Como has contemplado desde el mirador del Río, la isla de la Graciosa parece completamente plana, hasta que te atreves a recorrerla en bicicleta.
Esta es una de las mejores experiencias que puedes vivir en Canarias, aunque necesitas buena forma física si quieres dar la vuelta a toda la isla en un día. Si no confías tanto en tus piernas, siempre puedes alquilar una bicicleta eléctrica, o acortar la ruta.
Los lugares imprescindibles en la Graciosa son Caleta de Sebo, el punto de partida de cualquier visita; la playa de las Conchas, más para mirar que para bañarse debido al fuerte oleaje; y los arcos de los Caletones, donde hay unas extraordinarias formas geológicas azotadas por el mar.
Si te ves con fuerzas puedes llegar hasta el pueblo de Pedro Barba, aunque tendrás que hacer un esfuerzo extra para volver hasta el puerto.
5. Recorrido en bicicleta por la Geria
Si te gusta esto de la bicicleta, además de la Graciosa, hay un excelente itinerario para conocer la Lanzarote más rural sobre dos ruedas (y pedales).
Muchos deportistas de alto nivel, como pilotos de Fórmula 1 o ciclistas, vienen hasta Lanzarote para entrenar sobre la bicicleta, ya que el viento racheado dicen que es bueno para fortalecer los músculos.
Este recorrido en bicicleta tiene como principal zona de paso la Geria, el terreno de viñedos repleto de muros de piedra que protegen a las viñas del viento. Además de entrenar tu cuerpo, disfrutarás de un paisaje único a un ritmo más acorde con el paisaje que si vas en coche.
6. Surf en Famara
En una isla es inevitable querer practicar deportes de mar, como el paddle surf o el surf. Si eres de los que le gusta surcar olas, en Lanzarote tienes un lugar que no te puedes perder, como la playa de Famara, auténtico paraíso de grandes olas y bonito paisaje.
Ten en cuenta que esta isla está en pleno océano Atlántico, por lo que las olas son fuertes, e incluso hay veces que prohíben practicar el deporte por lo peligroso que puede ser. Cuando la mar es apta para hacer deportes, decenas de inquietos se congregan en el agua para disfrutar de las buenas olas, y quizás, después, de algún pescado local en el teleclub de los pueblos cercanos.
7. El legado de Manrique
El gran artífice de muchos de los lugares de Lanzarote fue el artista local César Manrique, precursor del desarrollo turístico sostenible.
Gracias a él hay grandes obras turísticas, como los Jameos del Agua o el Mirador del Río, aunque la mejor manera de entender su visión del mundo y cómo le gustaba que se desarrollase su querida isla, es visitando sus obras más personales: la fundación César Manrique y su casa en Haría.
El artista residió en ambos espacios, ahora centros museísticos, y al conocer su manera de vivir, con por ejemplo el gran ventanal que diseñó para ver las plantas del bosque desde el baño, te empapas de ese gusto por aunar el arte con la conservación del entorno.
César Manrique fue un ecologista que pasaba a la acción cuando hacía falta, paralizando la creación de un gran complejo hotelero de muchos pisos en el sur de la isla. Si te fijas, tan solo en la capital Arrecife hay edificios de más de dos plantas. El resto de la isla sigue cuidando la estética para no perder su esencia y poder seguir viviendo durante muchos años en un entorno tan arisco y, a la vez, tan hermoso.
Antes de irte, no olvides consultar todas las opciones de consumo más sostenible que puedes encontrar en la isla, desde alojamientos de todo tipo hasta alquiler de vehículos o actividades en la naturaleza.