Muchos de los grandes inventos de la historia aparecieron por primera vez en los relatos de ciencia ficción. En 1935, el escritor Stanley G. Weinbaum publicó Las gafas de Pigmalión, una novela sobre el invento del profesor Albert Ludwig. Se trata de unas gafas que, a través de un sistema de grabaciones holográficas acompañadas de sensaciones como olor, gusto y tacto, permiten disfrutar de una experiencia real.
Casi cien años después, las gafas de realidad virtual (RV) ya no son ciencia ficción, sino una tecnología integrada en nuestra sociedad. Pero ¿cuál está siendo su principal aplicación? Sin duda, hay un sector que se está beneficiando cada vez más de esta tecnología: el turismo.
Transportémonos por un momento a los Jameos del Agua, uno de los lugares más emblemáticos de la isla de Lanzarote. Se trata de un espacio natural originado en el interior de un túnel volcánico. En 1977, el artista César Manrique lo transformó en una obra única que combina arte y naturaleza, realzando su belleza.
Cada año, miles de turistas recorren los recovecos de este espacio, subiendo y bajando por diversas escaleras. Su atractivo es indiscutible, pero tiene una limitación: no es accesible para las personas con movilidad reducida ni se puede modificar para facilitar este acceso. ¿Qué podemos hacer para que conozcan el lugar? La realidad virtual es una buena alternativa. De hecho, en los Jameos del Agua se encuentra La Casa de los Volcanes, un museo que ya ofrece una experiencia de realidad virtual.
La RV y otras tecnologías similares están revolucionando el turismo, desde la forma en la que se publicitan los destinos hasta la sostenibilidad de las experiencias. A través de las gafas, podemos conocer lugares turísticos protegidos, peligrosos o que ya no existen. No se trata de sustituir los viajes, sino de mejorarlos cuando tienen limitaciones.
Según explica José Duarte, director de una asociación de nuevas tecnologías llamada Toshigame, son los destinos como Lanzarote los que más se pueden beneficiar de la RV:
“Lanzarote es un territorio protegido, limitado, donde el crecimiento demográfico y turístico es palpable. No podemos permitir que millones de turistas vayan por donde quieran en espacios protegidos, ni que tengan que hacer colas insoportables en los sitios turísticos. Hay que dar alternativas tecnológicas para buscar un equilibrio.”
Además, Duarte insiste en que el desarrollo tecnológico no se debe quedar solo en el sector turístico y que ya es hora de que salte a la educación. “Las nuevas tecnologías son necesarias para la sostenibilidad del sistema educativo, porque permiten acceder a recursos desde casa y disminuyen el uso de papelería, que es muy contaminante”.
La RV y la realidad aumentada acercan a los alumnos a lugares de interés que en persona sería inviable. En una semana podrían explorar la brillantez arquitectónica del Panteón y del Taj majal de una manera interactiva. O, a través del móvil el estudiante, podría ver encima de la mesa del profesor el proceso de erupción de un volcán.
Sin embargo, si estas nuevas tecnologías aún no se han integrado tan bien en la educación como en el turismo, es porque existen limitaciones económicas, burocráticas y de formación del profesorado. Según explica Duarte:
“El primer paso que tenemos sobre la mesa es la formación al profesorado. Queremos que entiendan cómo la tecnología puede favorecer al alumnado y repercutir positivamente en la sostenibilidad, que es muy importante en un lugar como Lanzarote.
Se quiere huir tanto de las nuevas tecnologías que se olvidan de que la mejor forma de que se haga un buen uso de las mismas es llevándolas al ámbito educativo, que se enseñe a usarlas. Esto es así tanto para los alumnos como para los padres, porque hay padres que no saben cómo educar en el uso de las tecnologías a sus hijos.
Una de las grandes quejas con las que nos encontramos es que los alumnos están todo el día con el móvil. Efectivamente, el móvil es un problema, pero, ¿por qué no aprovecharlo para un uso educativo? Para ellos, el móvil es lo que para nosotros era la libreta. No podemos negarles su realidad.”